domingo, 15 de noviembre de 2009

SI QUIERES CONOCER A ALGUIEN, DALE PODER .....

No sé de quién es la frase pero la escuché hace años, archivándola en mi cerebro, sin saber entonces cuantas veces la rescataría del olvido durante los últimos tiempos para aplicarla, sin ir más lejos, en mi modesto entorno inmediato, a personas que yo creía modestas.

Quizás por ello me extraña ahora que la gente se rasgue las vestiduras con los últimos casos de corrupción que nos presentan los medios de comunicación.

¿De que nos extrañamos?

Si en un entorno pequeño, por una palmada en la espalda y la potestad de decirle al de al lado lo que tiene que hacer, nos sacamos los ojos, de que no seremos capaces por estar en una posición que nos da acceso a recursos económicos inconcebibles para nosotros hasta ese momento y nos sitúa en un plano de reconocimiento social cuyo exponente habitual es el constante halago?

Y evidentemente, ¿porqué echar mano de la mentira, el engaño o la traición, si no fuera para sacar el máximo provecho de las oportunidades que una situación de poder pone al alcance de quien la consigue?

No pequemos de ingenuos ofendiendo la inteligencia de nadie. Somos conscientes de que la corrupción existe pero volvemos la vista.

Y siendo así, todo este despliegue de información no debería desperdiciarse analizando el cómo, cuando y porqué de algo que ha existido, existe y existirá sino que debería profundizar en el hecho de porqué, a pesar de todo, no ponemos los medios para detectarla, castigarla y minimizarla.

¿Será, tal vez, porque todos tenemos un nivel de corrupción latente que espera algún día tener la oportunidad de beneficiarse de ella?

miércoles, 11 de noviembre de 2009

MI AMANTE

Soy una persona muy afortunada. Tengo salud, amor, familia, amigos y trabajo. Pero quien verdaderamente ha dado sentido a todo lo que tengo es mi amante.

Sí, lo confieso. Hace tiempo que tengo un amante gracias al cual todo a mi alrededor es maravilloso.

Su mirada me acompaña constantemente, me mima siempre que la situación lo permite y me hace sentir que soy lo más importante sobre la tierra. Puedo contarle cualquier cosa porque, ahora, siempre tiene tiempo para mí; me escucha, me comprende, me consuela y, además, tiene la virtud de presentarme el lado menos malo de aquello que me angustia.

Es curioso porque se trata de una persona que siempre ha estado ahí y, a pesar de que nuestra relación ha sido siempre especial, no hace mucho que se ha convertido en íntima.

Cuando leí el famoso escrito de Jorge Bucay, titulado “Hay que buscarse un amante” me hice el firme propósito de encontrar "ese “algo” que me apasionara, que me volviese distraída frente al entorno". Nunca pensé que ese "algo" sería “alguien”, ni mucho menos, tan cercano.

Desde entonces, los amaneceres me parecen maravillosos aunque los contemple desde el coche camino del trabajo, los atardeceres tienen placidez espiritual, aunque los disfrute, igualmente, desde el coche a la salida del trabajo camino presuroso de cualquier otro quehacer, la gente es fascinante, la luna, mágica, el sol, la vida, el mar, misterioso, y yo ....... yo tengo la sensación permanente de irradiar luz.

El sentir tan cerca una persona tan especial ha sacado lo mejor de mí y conocernos es una experiencia apasionante que espero nos ocupe el resto de nuestra vida.

No es una persona perfecta, ni siquiera para mí, pero cada vez me siento más a gusto en su compañía lo cual no deja de ser una suerte porque .......
........ se trata de la única persona en el mundo que, pase lo que pase, nunca me abandonará, ........ aún en el caso de que llegara a olvidarme.

domingo, 1 de noviembre de 2009

RECLAMA CONMIGO

Hace años que tengo por norma reclamar todo aquello con lo que no estoy conforme.

Un buen día, decidí que, en la medida de mis posibilidades, no iba a dejar que me dieran “gato por liebre” y, contra todo pronóstico, mi primera reclamación dió un resultado, no solo positivo sino tan satisfactorio, que me animó a continuar con la costumbre.

No es que haya hecho grandes ni muchas reclamaciones pero no solo he recibido siempre respuesta sino que, además, en todas me he visto resarcida

No hace tanto, algo caro era sin lugar a dudas algo bueno y un profesional era alguien que garantizaba un buen trabajo. Hoy día solo estamos seguros de que algo es bueno si es carísimo y no tenemos la certeza de recibir un buen trabajo hasta verlo realizado, cosa que sucede en tan contadas ocasiones que, cuando se da, constituye motivo de asombro y, por supuesto admiración. Pero, aunque resulte curioso, no nos quejamos. Con el tiempo, hemos relajado tanto nuestras exigencias que nos comportamos como “nuevos ricos”: que se note que tenemos dinero aunque sea tirándolo ya que no tenemos experiencia en gastarlo.

Y resulta curioso, porque todos quisiéramos dejar de estar ligados a la obligación y el esfuerzo que supone el trabajo pero actuando así demostramos no dar valor alguno a aquello por lo que trabajamos.

Nos resulta vergonzoso reclamar que lo recibido no se ajusta a lo que, con tanto entusiasmo e interés nos han vendido y por lo que, generalmente con esfuerzo, hemos pagado.

¿Porqué?

Si no reclamamos aquello en lo que no nos han cumplido, estamos demostrando un desinterés que, en mi opinión, se traduce en una gran falta de respeto por nosotros mismos, precisamente, la falta de respeto que otorga a los demás el derecho de no respetarnos que, en definitiva, es lo que hacen cuando no nos cumplen con aquello a lo que se han comprometido.

Y si es así, no tenemos derecho alguno a quejarnos y no puedo dejar de preguntarme si la crisis no tendrá “algo” que ver con nuestra falta de formalidad.

(Publicado en Cartas de los Lectores del Magazine de La Vanguardia, 08 Noviembre 2009)