jueves, 16 de mayo de 2013

ABRAZOS

Siempre he necesitado el contacto físico. Me gusta abrazar, ser abrazada, tocar a las personas cuando hablo con ellas o incluso hacerlo sin ningún motivo aparente más allá del mero placer de sentir ese contacto, y no puedo remediar que me choque la gente que no es así.

Con los años se pierden y se ganan muchas cosas. Concretamente en mi caso y, sobre el tema que nos ocupa, ha disminuido mi sentido del ridículo y he ganado espontaneidad a la hora de hacer las demostraciones de afecto que me apetecen, cuando me apetecen, así que, sin darme cuenta, he ido instalando en mi rutina diaria la costumbre de abrazar a una de mis compañeras de trabajo.

Ella sube a tomar un café más o menos a la hora que yo llego y habitualmente coincidimos. Nos conocemos desde hace muchos años y, a pesar de que no hemos tenido mucho contacto, siempre ha existido entre nosotras una "atracción" especial con la que últimamente nos divierte jugar a la ambiguedad (otra de las prerrogativas de nuestra edad y de nuestro, cada vez más sensato y comedido, sentido del ridículo). Este ritual matutino tiene lugar, generalmente, delante de algunos compañeros de trabajo, varones, que por supuesto, bromean al respecto.

Cuando era pequeña me entusiasmaba el albúm "El Porqué de las cosas", de Bimbo y me pasaba horas leyendo lo que más tarde me explicarían en el colegio. Hace tiempo que mis años de colegio, instituto y universidad quedaron atrás pero, afortunadamente, no he perdido la curiosidad así que he pasado de ser una adicta a las enciclopedias para pasar a ser una adicta a internet y en mi interés por conocer sobre la necesidad del contacto físico, he encontrado mucho, mucho, mucho y muy interesante. He aquí un resumen de lo que (creo) he logrado entender:

"Una de las cosas que mejor sientan al cuerpo y al espíritu es un abrazo.
El fundamento científico del alto poder terapéutico del abrazo se basa en que el acto de abrazar estimula el flujo de oxitocina (tambien llamada hormona del apego o de los mimosos). La oxitocina parece estar involucrada, entre otras cosas, en el reconocimiento y el establecimiento de relaciones sociales así como en la formación de relaciones de confianza entre las personas.
Parece ser que las mujeres son más propensas a segregar oxitocina que los hombres lo que explicaría porqué las mujeres gustan de pasar tiempo con amigas y porqué les gusta tanto ser abrazadas constantemente.
Para que un abrazo produzca oxitocina suficiente en una mujer debe durar cuanto menos 1 minuto y tiene que ser tranquilo, no como los que se dan los hombres con palmadas o golpecitos en la esplada. Las mujeres no abrazan así, incluso hasta nos mecemos al abrazarnos (¡parece que no es solo cosa nuestra, Montse!); a los varones esta cercanía les pone nerviosos.
Con el abrazo, además se activa la liberación de serotonina y dopamina, por lo que experimentamos una agradable sensación de bienestar, relajación, armonia, plenitud y calidez."

En resumen, un abrazo nos proporciona un “chute” de sustancias que provocan un montón de sensaciones agradables que además tienen una repercusión positiva en nuestra salud física y mental.

Siendo así, Montse, sólo me queda añadir que a partir de ahora, nuestros abrazos han de durar un poco más para nuestro propio beneficio......  y el regocijo de nuestros compañeros.

Si supiera que ésta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más ..... Gabriel García Márquez (1927). Escritor.