Mi padre falleció hoy hace un año.
Siempre pensé que, llegado el momento, me recogería en la intimidad de la familia, incapaz de aceptar, en el dolor de la situación, la compañia y las palabras de aquellos que me aprecian, aunque no lleven mi sangre.
Como en cuestión de sentimientos no puede anticiparse nada de aquello por lo que no se haya pasado, hoy puedo deciros que estaba equivocada. Que agradecí vuestra compañia, vuestros besos, vuestras palabras, vuestros mensajes, vuestras sonrisas y vuestras miradas porque me aportaron la calidez del cariño, la fuerza de la amistad y la alegría de la compañia.
En definitiva, me hicisteis sentir querida y ese es el mejor homenaje que pudisteis ofrecerle a él.
Gracias.
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