Acabo de vivir un fin de
semana especial y emocionalmente intenso. Por muchos motivos, buenos y malos,
muy buenos y muy malos, pero todos ellos relacionados con el género femenino.
Ya varios días antes
empezaron a configurarse los aspectos que lo harían tan especial. De algunos
fui conocedora, de otros, no. Pero lo cierto es que como resultado de esa configuración, he vivido todo lo planeado para este fin de semana con una especial intensidad.
Y ha habido mucho: el dolor por un daño gratuito, la impotencia ante el maltrato, la comprensión del
sincero afecto, la ternura de la bondad, la firmeza de la lealtad, el calor de
la amistad, el abrazo de la generosidad, y el desgarro ante un diagnóstico
aterrador. Lo dicho, bueno y malo, muy bueno y muy malo.
Y cada uno de estos
sentimientos ha ido ligado al nombre de una mujer. Mujeres, algunas de las
cuales no se conocen entre sí, cada una con su historia pasada, presente y
futura, en las que en mayor o menor medida he estado y estoy presente. En
algunas de ellas sé que seguiré estando, en otras espero continuar y
probablemente alguna habrá en la que no
resultará grato que esté o ya no me resultará grato estar. Historias verdaderamente importantes y historias sin importancia que más que historias son “cuentos chinos” pero historias
todas ellas que han tenido un momento importante en su desarrollo y en mi vida en el corto
espacio de tiempo de un fin de semana y que me han aportado un mayor
conocimiento no solo de quien me rodea sino tambien de mí misma.
Así que
aquí estoy esta noche escribiendo sobre este intenso fin de semana que se acaba
mientras hago algo verdaderamente inusual en mí: tomarme un gin tónic ..... ¡a la salud
de las muchas historias que nos quedan por compartir!.
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