viernes, 15 de junio de 2012

LA PALABRA MÁS FEA

Como en las guerras, la actual situación laboral constituye el escenario perfecto para la venganza, palabra fea donde las haya.  

La venganza es un plato que sirve frío, rezan algunos. Y probablemente sea cierto aunque pienso que para ello se ha de ser persona rencorosa o anidar mucha maldad. De otra manera, y laboralmente hablando, las cosas “pasan”. Duelen en su momento y pueden o no olvidarse, variando las relaciones, pero no se "trabaja" esperando el momento de “vengarlas”, entre otras cosas porque a veces lo único que hay que vengar son los propios errores.

Pero no es así y, en entornos y relaciones laborales, antaño agradables, donde la percepción era de que se “jugaba” a trabajar, ahora se juega “a ver quien la tiene más larga”. Donde antes había compañeros con predisposición a la amistad, ahora hay compañeros en manifiesta rivalidad. Donde antes había constructivos cruces de opinión ahora hay verdaderos asesinatos verbales y donde antes había actitudes solidarias ahora solo hay mentiras y secretos.

El miedo a perder el trabajo es humano y justifica determinadas actitudes. Otras no tienen nada que ver con ese miedo. Son producto de la maldad que se lleva dentro, de la envidia y el resentimiento que durante mucho tiempo se ha sentido hacia algunas personas, a veces largamente contenido y hasta bien disimulado, que se desatan cuando el momento es propicio y por un determinado espacio temporal sitúa en una posición de poder. Poder con fecha de caducidad que solo se usa para hacer daño. Una lástima.

Sí, una verdadera lástima que en un tiempo de recursos más bien escasos haya quien desperdicie los suyos solo en eso, en hacer daño. Porque la venganza es un plato que se puede servir frío, pero como alimento para el alma es de lo menos satisfactorio que existe.  

“Más te debes guardar de la envidia de un amigo que de la emboscada de un enemigo”. Proverbio castellano.

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