Hay un texto que corre por Internet, en ocasiones
unido a una graciosa imagen, que dice lo siguiente:
“Dicen que las
buenas amigas pueden pasar largos periodos de tiempo sin hablar y sin verse y que
nunca cuestionan su amistad. Esta clase de amigas enseguida se ponen al día
como si hubieran hablado el día anterior, sin tener en cuenta el tiempo que
hacía que no se veían o lo lejos que viven una de la otra."
Personalmente pienso que la amistad es algo bastante más profundo, que se forja poco a poco a base de pequeños (o grandes) detalles, de pequeñas (o grandes) acciones que llevan a que un día te des cuenta de que tienes la suerte de tener a tu lado a personas que han luchado, contigo y por ti, para poder compartir todo aquello que significa la palabra amistad. Personas que por supuesto no son perfectas y que probablemente, en alguna ocasión, te sacarán de quicio pero que, por encima de todo, son grandes personas y ya no concibes ninguna circunstancia importante en tu vida que no compartas con ellas.
Aún así, lo que dice la cita me parece un buen punto de partida para forjar una amistad. Y apropiada en nuestro caso ya que corre por Internet e Internet fue lo que, después de 35 años, hizo posible que nos volviéramos a encontrar. Además, entre nosotras se cumplió a rajatabla: no nos sentimos como extrañas, aunque lo éramos, y nos pusimos al día como si hubiéramos mantenido un contacto regular a lo largo de estos años.
Y ya hemos cumplido nuestro tercer año de contacto
ininterrumpido. Y, nuevamente, lo hemos
celebrado con un fin de semana solo para nosotras, esa cita a la que nos hemos
hecho el firme propósito de no faltar a no ser que las responsabilidades
contraídas durante esos 35 años nos lo impidan, cosa que desgraciadamente hacen.
Porque
nos lo merecemos. Porque nos esforzamos en mantener viva nuestra relación a
pesar de no tenerlo fácil: no vivimos cerca, tenemos otras relaciones
que atender, nuestros carácteres son muy dispares y estamos en un
momento de nuestras vidas en el que, demasiado a menudo, razones de
fuerza mayor reclaman nuestro tiempo y nuestra dedicación.
Porque,
aunque a lo largo del año nos veamos en tan pocas ocasiones que se
pueden contar con los dedos de una mano, procuramos mantener un contacto regular para hacer de nuestra
relación algo inquebrantable cuyas bases se establecieron hace muchos, muchos
años. A estas alturas, todas conocemos realmente el valor de la amistad
y no queremos dejar pasar esta ocasión conscientes de la gran
oportunidad que la vida nos ha ofrecido al encontrarnos de nuevo.
Málaga
ha sido esta vez el destino escogido, una ciudad que, aunque no pasaba
de ser un
mero punto de encuentro, nos invitó a conocerla mejor. Un punto de
encuentro escogido por comodidad pero al que todas esperamos regresar.
En definitiva, como nuestro encuentro hace 35 años, algo sin
expectativas que se nos ha revelado como una cálida y agradable perspectiva.
Y, de nuevo, a muchos kilómetros de nuestras responsabilidades, entre risas, pescaitos, bailes, cantos y copitas, hemos compartido chismes, confidencias y opiniones. Sin reparos, como niñas, y respetando nuestras diferencias como adultas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario