sábado, 3 de agosto de 2019

UNA AMIGA ESTUPENDA

FINALES DE FEBRERO.

Es domingo, el día de la semana que suelo dedicar a poner orden en casa y, en mi deambular organizativo, cojo un libro que el viernes dejé sobre el escritorio. La intención es colocarlo en alguno de los libreros de la casa pero, sin pretenderlo, lo retengo entre las manos mientras leo el título. Sonrío. "La amiga estupenda", de Elena Ferrante. Aún sonriendo, sigo leyendo: "Primer volumen de la saga Dos Amigas".

Me lo entregó Cristina el viernes cuando quedamos a tomar un café. No fue un regalo, lo tenía repetido y como le había gustado mucho, pensó que también me gustaría a mi. Aún no lo sé. No he empezado a leerlo pero ya me sugiere muchas cosas....así son las cosas con ella: sencillas pero llenas de creatividad.

Hace tiempo que Cristina forma parte del maravilloso universo femenino que siempre me ha rodeado. Llegó a mi entorno laboral por la puerta grande en un momento en el que la inseguridad era el aire que se respiraba dentro de la empresa y, pese a eso, y a lo mucho que teníamos en contra para ser algo más que compañeras, tácitamente y sin pretenderlo, nos agarramos a aquello que sí compartíamos: pasión por la vida, positividad, buen rollo y una inmensa alegría de vivir.

El gusto por la ropa fue el camino que nos llevó a compartir primero tiempo y luego confidencias más allá del entorno laboral y aunque hace años que ya no compartimos empresa no hemos dejado de compartir algún que otro rato.

Cristina no es mi mejor amiga. Yo ya tenía la mía cuando ella nació y ella conoció a la suya mucho antes de conocerme a mí. Pero sí es una amiga estupenda.

Ella no lo sabe pero, a pesar de ser mucho más joven que yo, tuvo mucho que ver en mi acelerado y tardío proceso de maduración. Admiro su temple, su capacidad analítica, su curiosidad sin límites, su tenacidad, su capacidad para no juzgar y hasta para encontrar justificación positiva a determinadas maldades ajenas. Pero lo que me sigue impactando es el respeto que siente por ella misma.

Hasta que la conocí yo no me había parado nunca a ordenar en mí aquello que soy, lo bueno y lo malo. Mi interior no era algo a lo que hubiera prestado mucha atención y empezaba a ser muy caótico y fue, gracias a ella, que empecé a ser mi prioridad, que empecé a respetarme y a sentirme orgullosa de mi misma.

Será por todo eso que a su lado siento paz. Por eso y porque es una de esas personas que siempre te hace sentir bien y aunque no compartamos tantos momentos como me gustaría, quedar con ella es siempre un motivo de alegría.

Escribí esto pocos días después de nuestro ultimo café, hace ya algunos meses pero como otra cosa que compartimos es la alegría con la que cada año esperamos y celebramos el día de nuestro cumpleaños pensé que, leerlo hoy, sería especial para ella.

Desde luego para mi lo es.

Muchísimas felicidades preciosa!

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